Fue Eleanor Roosevelt quien dijo una vez aquello de:
“Nadie puede hacer que te sientas inferior si tú no lo permites”. No obstante,
lo creamos o no, la opinión que los demás tengan de nosotros siempre nos afecta
de alguna forma.
Uno de los mayores errores que suelen presentar a menudo
las personas es llegar a creer que sus pensamientos o valoraciones encierran
una verdad absoluta. Si eso, además, lo utilizan para “clasificar” o despreciar
a los demás, el tema se vuelve aún más complejo.
Todos tenemos derecho a defender nuestras opiniones, pero
nunca debemos llevarlas hasta ese límite en que una valoración personal se
convierte en poco más que una sentencia para otros.
Al igual que nosotros mismos debemos ser prudentes con
nuestras opiniones, tampoco hay que permitir que nos afecten demasiado las
críticas y pensamientos ajenos.
Un lobo nunca pierde el sueño por la opinión de las
ovejas, porque quien es fuerte y conoce sus virtudes y fortalezas no se deja
influenciar por los rebaños. Te invitamos a reflexionar sobre ello.
Siempre hay una opinión que nos hace más daño
La opinión que hace más daño y que más nos puede afectar
es aquella que viene de una persona cercana y significativa.
A lo largo de nuestro ciclo vital vamos a tener que hacer
frente a muchas valoraciones y juicios de valor de todos aquellos que nos
envuelven, y que forman parte de nuestro círculo social más íntimo.
- Según nos indican los psicólogos, las mayores fuentes de sufrimiento en las relaciones paterno-filiales, e incluso de pareja, son las valoraciones o las opiniones que, en un momento dado, una persona que nos es cercana haga de nosotros.
- Una creencia, una opinión. Es algo a lo que se aferran las personas porque piensan que es “verdad”.
- Cuando una opinión toma forma y es “lanzada” a un interlocutor a menudo se convierte en una fuente de conflicto.
Estos serían algunos ejemplos:
“Tú nunca llegarás a nada”, “eres tan insegura que estás
destinada a fracasar”, “tú no vas a poder adelgazar porque siempre vas a ser
obesa”.
Este tipo de opiniones son las que más afectan a nuestra
autoestima. En realidad, las creencias que personas desconocidas o poco
cercanas tengan de nosotros no nos importa demasiado, pero la cosa cambia
cuando existe un vínculo, una cercanía…
Voy a conseguir que tu opinión no vulnere mi autoestima
Todos hemos tenido que hacer frente, en alguna ocasión, a
ese comentario poco afortunado que alguien deja caer durante una comida
familiar. Para no crear conflicto, solemos callar, disimular y esconder la
rabia, el enfado.
Toda opinión recibida nos obliga de algún modo a
reflexionar durante un instante, y es lo adecuado. No obstante, lo que
tendremos que hacer a continuación es tener en cuenta lo siguiente.
Esa opinión… ¿te define o no te define?
No hay que reaccionar a la defensiva de inmediato. Lo
primero es saber escuchar y después analizar con calma esa opinión.
- Es posible que un amigo o un familiar te esté diciendo algo que es cierto pero que tú no ves en ese momento. “Pienso que la relación que llevas ahora te hace infeliz”, “Creo que no estás actuando de forma adecuada”, “Pienso que serías más feliz si cambiaras de trabajo”…
- Valora el comentario recibido con calma. Si piensas que es cierto, tal vez debas aceptar la opinión y agradecerla.
No te pierdas
tampoco “las mejores cosas crecen despacio y en silencio”
Ahora bien, si no te define, si esa opinión es falsa e
inadecuada, lo que haremos será racionalizar el comentario y evitar una
reacción emocional negativa como la rabia, la ira o la tristeza.
Si la opinión no te define, déjala ir. No pierdas tiempo
y salud en algo que no va contigo.
A palabras necias y vacías, oídos ausentes
Lo que te enfada, lo que te llena de enojo, te hace
cautivo. Si en tu familia suelen hacer demasiados juicios de valor y dejan caer
opiniones dañinas, no te va a servir de mucho reaccionar con rabia para
defenderte.
- Lo harás una vez y otra pero, en realidad, vale la pena recordar que quien hace uso de las opiniones malintencionadas no dispone del don de la empatía, y aún menos del respeto.
- Por ello, para evitar almacenar más emociones negativas lo mejor será poner distancia para así, proteger nuestra autoestima y nuestra integridad.
Cuando uno tiene claro quién es, lo que vale, lo que ha
conseguido y lo que merece. No se inmuta ante las opiniones necias y falsas que
otros puedan verter de él. Se niega a ser víctima.
Los lobos, por ejemplo, son criaturas territoriales y
orgullosas que tienen muy clara cuál es su naturaleza y cuál su instinto. Pocas
veces se dejan domesticar, pocas veces olvidan sus raíces, sus fortalezas.
La naturaleza es sabia y siempre merece la pena aprender
de ella para cuidar también de nuestras esencias, nuestra identidad y
autoestima.
Este articulo fue realizado gracias a mejorconsalud.com Si deseas seguir leyendo artículos de tu interés sigue explorando el sitio.
Comentarios
Publicar un comentario