La depresión endógena es un trastorno del estado de
ánimo que se caracteriza por una marcada tristeza, desesperanza, apatía… Pero
la causa de la depresión endógena difiere a la de la depresión reactiva. En
esta, no se encuentra una situación externa desencadenante sino que se debe a
factores internos o psicobiológicos.
Es causada por una alteración o cambio estructural
en la bioquímica cerebral; en cambio, en la depresión reactiva existe una
relación evidente entre la situación desencadenante y el comienzo del trastorno.
Siendo el motivo desencadenante el núcleo central de la depresión.
La falta de causas externas identificables pueden
dificultar la comprensión de la enfermedad por parte del entorno del que la
sufre y de la persona que la padece en sí. Un desequilibro en la química de
nuestro cerebro es suficiente para sumirnos en una profunda tristeza, que ni
nosotros mismos entendemos, pero de la que no podemos escapar sin ayuda.
La química de la depresión
En la depresión endógena se da una marcada
disminución de serotonina, al igual que en la exógena, pero en este caso no es
causada por factores externos sino que ocurre de manera natural. En este tipo
de depresión hay un alto componente genético, aunque esto “solo” aumentaría las
probabilidades de padecer depresión y no la determinaría. Hay varias hipótesis
que relacionan a varios neurotransmisores con la depresión.
La hipótesis noradrenérgica postula que la
depresión se debe a una deficiencia funcional de la noradrenalina en las
sinapsis cerebrales. Uno de los hallazgos que refuerzan esta teoría es que la
privación del sueño, concretamente de REM, tiene efectos antidepresivos y esto
se debe a un aumento de la sensibilidad de los receptores de noradrenalina.
La serotonina juega un papel muy importante de
regulación del equilibrio de nuestro cuerpo, modulando la activación excesiva.
El déficit de este neurotransmisor acompañado de déficit funcional
catecolaminérgico puede provocar un estado depresivo. Además, hay estudios que
demuestran la relación entre la disminución de serotonina y la tendencia al
suicidio.
Síntomas típicos en la depresión
Existen diferentes síntomas de depresión y no todo
el mundo padece los mismos, pero la sintomatología típica de la depresión es:
Síntomas
anímicos: la tristeza es el síntoma por excelencia de la depresión. También
puede cursar con irritabilidad, sensación de vacío o nerviosismo. Existe una
marcada reducción de emociones positivas.
Síntomas
motivacionales y conductuales: estado general de inhibición que se traduce en
apatía, indiferencia y anhedonia.
Síntomas
cognitivos: se ve alterada la memoria, la atención y la capacidad de
concentración. Además, el contenido de las cogniciones está alterado por la
autodepreciación, autoinculpación y pérdida de autoestima que aparecen.
Síntomas
físicos: son habituales los problemas con el sueño como el insomnio o la
hipersomnia. También pueden aparecer la fatiga,
la pérdida de apetito, una
disminución de actividades y del deseo sexual.
Síntomas
interpersonales: hay un grave deterioro en las relaciones interpersonales,
llegando incluso al aislamiento.
Aunque estos síntomas pueden presentarse en
cualquiera de los tipos de depresión mayor, existen algunas diferencias en la
forma de presentación de los síntomas y sobre todo en la intensidad. La
depresión mayor ya sea reactiva o endógena, es incapacitante y dificulta las
relaciones sociales y el desempeño laboral, aunque la endógena, suele revestir
mayor gravedad.
Síntomas propios de la depresión endógena
A pesar de que ambos tipos de depresión (reactiva y
endógena) comparten en mayor medida la sintomatología, también existen
diferencias. Las depresiones endógenas tienen mayor sintomatología vegetativa,
por ejemplo, taquicardia. Los síntomas son más graves, con mayor probabilidad
de pensamientos suicidas. Además en la mayoría de los casos es posible
identificar una variación estacional de los síntomas y un despertar temprano.
Se da una tristeza más intensa, intrusiva,
desproporcionada y penetrante. Además, la tristeza va acompañada de una marcada
anhedonia, o le que es lo mismo, incapacidad para sentir placer. Hay una
pérdida de reactividad, no se consigue reaccionar emocionalmente ante sucesos
positivos importantes.
La tristeza endógena no es modificable de manera
voluntaria, a pesar de realizar esfuerzos. Al no existir ninguna causa
identificable sobre la que se pueda centrar la terapia, los fármacos son la
primera elección de tratamiento. La buena noticia respecto a este tipo de
depresión es que responde muy bien a los antidepresivos. Combinar la terapia
farmacológica con la intervención psicológica puede ser la mejor herramienta
para abordar el problema y es sin duda la que aconsejamos.
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