Al igual que los animales, los depredadores humanos van a
por las personas más apetitosas. Sus objetivos son aquellas personas que tienen
las características que envidian: la amabilidad, el carisma o fuerza de
voluntad. Personas felices que han tenido la desgracia de cruzarse en su
camino.
Habitualmente consiguen cobijo en este tipo de personas,
se arriman a un buen árbol no para resguardarse sino para alimentarse de él
hasta que muere y pierde su esencia. Cuando deja de parecer hermoso, buscan
otro, sin pena ni dolor por la belleza que han estropeado. Sin embargo, el
sentimiento de culpa puede no ser del todo ajeno a ellos y esto es, quizás, lo
más peligroso ya que de vez en cuando tienen algún gesto sincero de bondad
intentando reparar la infelicidad que siembran. Sin embargo, esto no hace más
que hacer dificultosa su identificación.
Este abuso emocional se da especialmente en entornos
cercanos: pareja, familiares, amigos, etc. Son las personas que el depredador
conoce mejor y que por lo tanto puede manipular más fácilmente: se aprovecha de
la confianza inherente a los lazos que le unen a estas personas para dejarlas
sin aliento emocional.
La crítica feroz y en los lugares en los que más daño
hace, intentar que se conviertan en personas dependientes para luego retirarles
su apoyo, no valorar lo positivo que realizan, recordarles constantemente los
errores que han cometido en el pasado y utilizar el chantaje emocional son
algunas de las herramientas que saben manejar a la perfección y que no les
causan ningún remordimiento de conciencia.
Para conseguir su propósito necesitan dos condiciones:
cercanía y tiempo. Cercanía para establecer lazos que tengan la consistencia
suficiente como para poder hacer fuerza sobre ellos y guiar al otro en la
dirección que les interesa y tiempo para que la empatía de la otra persona
actúe a su favor.
Hay vampiros de todas las edades y de todos los sexos.
Los depredadores son personas normales, nunca son líderes y evitan llamar la
atención en entornos sociales que no controlan. Por el contrario, en entornos
que sí controlan utilizan todo su poder y astucia para satisfacer su necesidad
de acción manipuladora.
Los hay peligrosos y muy peligrosos, cuanto más cercanos
y más enmascarados o encubiertos más aumenta su daño potencial. Se sienten
profundamente inferiores, utilizan un mecanismo compensatorio que habitualmente
se basa en la grandilocuencia y la soberbia (arrogancia).
A la víctima la manejan, la humillan y la ningunean de
manera sutil y sin que el entorno común lo entienda como tal. Siempre son
capaces de crear una versión de los acontecimientos en la que aparecen como
buenos o víctimas y nunca como causantes de mal. Son los que sufren las
consecuencias de que la otra persona sea una inútil, de que se equivoque
constantemente y son los mártires que están siempre ahí para corregir los
errores de los demás. Se encargan de argumentar sólidamente esta versión y de
gritarla a los cuatro vientos, de manera que los demás se conviertan en
propagadores de sus virtudes.
En una disputa solamente ceden cuando entienden que de
esa concesión van a poder sacar un beneficio mayor. Se lo guardan para decir en
un futuro "te acuerdas cuando….ahora te toca a ti" y lo que te toca a
ti suele ser una concesión mucho más grande que la anterior.
Además, nunca provocan una confrontación directa y cuando
hay algo que les molesta lo guardan para echarlo en cara y utilizarlo en la ocasión
apropiada, normalmente para conseguir algo o para que la otra persona le
perdone un error aún mayor.
Este tipo de personas muchas veces tienen tan integrado
su comportamiento que no se dan cuenta de que lo llevan a cabo y han puesto en
práctica sus estrategias tantas veces que las tienen prácticamente
automatizadas. Además, este tipo de personas nunca son felices y arrastran su
propio sufrimiento, son muy racionales y muy pocas veces sienten de verdad.
Cuidado con estos grandes actores, porque a diferencia de
los del teatro o las películas, son capaces de causar heridas muy profundas. De
tu habilidad para identificarlos va a depender el que no te atrapen ni atrapen
a ninguna de las personas a las que quieres.
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