No son las palabras que se dicen, sino el tono en el que se dicen

Que fácil pueden ser algunas cosas en la vida y ni siquiera nos percatamos de ello, son cosas, acciones y actitudes tan sutiles, que pueden causar un gran daño o ser de gran ayuda en una situación determinada, solemos dar peso a las cosas complicadas, especialmente en las relaciones de pareja.
Resulta que muchas veces, las mejores ventajas están en las cosas más simples, más sutiles y más usadas, no tenemos que complicar siempre las cosas y ver una gran profundidad o un complejo razonamiento en vivencias que pueden ser perfectamente comprendidas de una simple pincelada.

Decir lo que sea en buen tono

El efecto que tiene  el tono de voz que utilizamos cuando nos dirigimos a los demás puede tener efectos mágicos, o puede desatar terribles pasiones, basta con moderar nuestro tono y cualquier cosa que queramos expresar o transmitir puede resultar un éxito total.

Cuando conversamos con nuestro jefe procuramos mantener siempre una postura serena, calmada, sobria y evidentemente mantener un tono de voz adecuado, esto para procurar un ambiente armonioso, no importa de que se trate la conversación, logramos mantener un equilibrio a través de nuestro propio tono de voz, el mismo efecto causamos ante cualquier persona, cuando pedimos un favor, una disculpa, damos una orden o expresamos una molestia.


No es lo que decimos sino la manera

La manera en la cual decimos las cosas hace una gran diferencia, aunque parezca mentira, tiene un poder grandioso en nuestra manera de comunicarnos y de relacionarnos, una madre con un tono dulce siempre llegará al corazón de sus hijos y aquellas personas que suelen hablar con dureza y gritos, que no tiene nada que ver con ser firmes cuando hablamos, suelen causar cierto desagrado en los oyentes.

Cuando hablamos con nuestra pareja, en lo cotidiano, en la distancia o en las situaciones más serias, es sabio mantener un tono de voz adecuado, el tono de nuestra voz emite un mensaje, y podemos estar transmitiendo la molestia más amarga, pero usando un tono de voz adecuado, el mensaje podrá ser recibido y comprendido a la perfección y en la mayoría de los casos no generará aversión ni antagonismo.
Es tan fácil mantener los cabales en una discusión, cuando hablamos pausado y con un tono de voz educado, difícilmente podemos atropellar nuestras palabras o hablar incoherencias, el solo hecho de hablar bajo o de manera moderada, alivia las tensiones y llega inmediatamente a nuestro compañero u oyente.

Si realmente quieres ser escuchado, presta atención a tu tono de voz, puedes hacer una gran diferencia en lo que quieres trasmitir y lo mejor es que los resultados serán maravillosos.

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