A lo largo de la vida nos tropezamos con muchas personas,
algunas de ellas solo estarán instantes en nuestras vidas, mientras que otras
ocuparán parte importante de nuestro tiempo y especialmente de nuestro corazón.
La variedad se hará notar,
habrá personas que nos ayuden a crecer desde lo que no deseamos en nuestras
vidas, otras que nos mostrarán el lado oscuro del amor, algunas que amaremos a
la distancia… y otras que se encargarán de hacer nuestro mundo uno más bonito,
nos harán sentirnos afortunados solo por el hecho de tenerlos cerca.
Este tipo de personas son especialistas en dibujar en tu rostro una sonrisa,
en hacernos ver el mundo de colores, incluso cuando tercamente no queremos
quitarnos esos cristales que nos hacen ver todo en escala de grises. Estas
personas tienen la facultad de alegrarnos el día, de alegrarnos la vida misma y
esto lo transmiten desde el momento en el que las conocemos.
Algunas veces la vida no lo
hace tan sencillo y el que estas personas permanezcan en nuestras vidas lleva
consigo tomar decisiones que nos pueden resultar complicadas, por lo que en
algunos casos podemos dejar pasar la oportunidad de hacerlas parte de nuestras
vidas, por no arriesgarnos, por no apostar por lo que aún no conocemos, por ser
demasiado racionales… en fin… generalmente por cobardes.
Nuestro corazón nos habla,
nos ruega, nos empuja a que le demos a alguna de estas personas la posibilidad
de estar, de ser desde cerquita, mientras que la mente intenta poner barreras y
podemos dejarnos llevar por lo miedos y terminamos apostamos por lo conocido,
aunque de antemano sepamos que no es lo que nos acerca a nuestra felicidad.
El hecho de que una persona
haga de nuestro mundo algo especial, no significa que lo haga con el resto de
la gente, muchas veces es una especie de química y esa reacción solo se
produce, como mandado a hacer entre dos personas específicas… No depende de la
personalidad, de los recursos, de las ganas, es una especie de magia, que
simplemente surge y el solo hecho de tener esa persona cerca es un motivo para
estar feliz.
Qué satisfactorio resulta
tener a personas que enriquezcan nuestra vida de cosas positivas, en lugar de
personas que nos hagan sentir mal, que roben nuestra energía. Muchas veces
nuestro criterio de selección está muy marcado por las personas que necesitamos
cerca a nivel de crecimiento, desde el punto de vista de lo que debemos ver y
aprender, aceptar y cambiar, que desde lo que realmente nos aligera en carga y
nos conlleva a disfrutar más de la vida.
En todo caso, siempre será
más provechoso cualquier tránsito junto a una persona que nos alegre la vida,
que nos haga sonreír el alma y que dé más sentido a nuestros días, por lo que
debemos estar muy atentos a la vocecita de nuestro corazón, que muchas veces nos
susurra y otras veces nos grita, pero incluso así nos negamos a escucharla y
dejamos escapar a esa persona especial.
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