En
cualquier tipo de relación, especialmente en las relaciones de pareja,
cualquier cosa que ocurra, positiva o negativa, será un resultado de la
dinámica de la relación, en donde ambas partes tendrán su cuota de
responsabilidad.
Cuando estamos en una relación
solemos tomarnos para nosotros el mérito de lo que sale bien y arrojarle al
otro la responsabilidad de lo que resulta desfavorable para la pareja.
Es muy sencillo ver los
defectos en el otro y juzgar, criticar y culpar, más complicado es tomar un
espejo y decir mis acciones están generando esta o aquella respuesta. No
pretendemos en ningún caso, pretender justificar al otro en sus acciones
nocivas para la relación a través de la culpa o por conceptos no adecuados de
merecimiento. Se pretende solamente hacer entender que todo lo que nos ocurre
en una relación de pareja, nos involucra a ambos, con una distribución de
responsabilidades.
Primero que todo los
patrones de merecimiento son fundamentales, de ambas partes, cuáles son las
creencias que sustentan el amor para cada quien. Es de utilidad hacer una
revisión de ellas de manera individual y en caso de que sean perjudiciales,
trabajar en su cambio. Luego debemos considerar ninguna persona se sitúa en
nuestras vidas por casualidad, sino que cada una de ellas tiene algo que
mostrarnos, algo que enseñarnos. Nuestras relaciones son espejos, en donde lo
que nos llama la atención del otro corresponde a lo que debemos revisar en
nosotros mismos.
Evidentemente habrá casos en
donde cada uno podrá defenderse y decir yo no tengo responsabilidad en que me
hayan sido infiel, lamentablemente, sin querer justificar a quien comete la
falta, esto no es del todo cierto, cuando los compromisos se asumen, cuando se
selecciona una pareja, cuando se tienen conceptos de merecimientos que nos
llevan a manifestar algo determinado, cuando no se cultiva y cuida la relación,
cuando no se crea un balance, cuando no se ofrece calidez y confort, cuando se
descuidan aspectos íntimos de la pareja, cuando hay maltrato, etc, etc, que
cada uno de ellos, es cosa de dos, cualquiera de sus fallas puede traer como
consecuencia una infidelidad.
Ciertamente esto es un tema
doloroso, cuya balanza tenderá a inclinarse a favor de la persona víctima de
infidelidad, porque ciertamente existen otras muchas maneras de actuar que
generan menos daños, pero acá van involucrados demasiados factores como para
emitir un juicio y darle de entrada la condena máxima a quien ha sido infiel.
Lo cierto es que aún en los
casos más extremistas, la responsabilidad es compartida, no necesariamente en
partes iguales, pero sí cada uno con su cuota. Entender esto nos ayuda a crecer
como personas, nos ayuda a aprender, a saber qué queremos y cómo nuestras
acciones son capaces de impactar en nuestra relación. Buscar la mejor versión
de nosotros mismos en todos los escenarios, nos permite ubicarnos cada vez más
cerca de donde queremos estar.
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