Un nivel elevado de
satisfacción con la vida se ha relacionado con un riesgo menor de desarrollar
enfermedades y sufrir trastornos mentales, así como con un mayor índice de
felicidad. Obviamente, se trata de un concepto muy subjetivo ya que la
“satisfacción” depende en gran medida de las necesidades y las expectativas de
cada cual. De hecho, no es más feliz quien más tiene sino quien menos necesita.
¿Qué es la
satisfacción con la vida?
La satisfacción con la vida
no es más que la congruencia entre el presente y una situación ideal. En
práctica, nos sentimos satisfechos cuando nuestra realidad se acerca lo más
posible a nuestro ideal.
Sin embargo, sentirse
satisfechos con la vida no implica, necesariamente, tener todo lo que deseamos,
sino ser conscientes de que estamos en buen punto y sentirnos agradecidos y
contentos con lo que tenemos y lo que somos.
De hecho, numerosos estudios
psicológicos han concluido que tener más dinero, ser más inteligente o ser
atractivo solo explica el 10% del bienestar y la satisfacción que experimentan
las personas. Esto se debe a que la felicidad y la satisfacción no dependen de
las posesiones y los logros sino de cómo los asumimos en nuestro proyecto de vida.
¿En qué etapa de sus
vidas las personas se sienten más insatisfechas?
Una investigación realizada
por científicos del University College de Londres que involucró a personas de
160 países reveló cuál es el momento de nuestra vida en el que nos sentimos
menos satisfechos. En los países occidentales ese momento ocurre entre los 45 y
los 54 años.
Los investigadores piensan
que esto se debe a que durante esta etapa experimentamos un elevado nivel de
estrés y nos asaltan las preocupaciones, tanto en el ámbito laboral como
familiar. De hecho, estos son los años en los que se supone que debemos ganar
más, incluso a expensas de la salud, ya que somos conscientes de que muy pronto
nuestro nivel de productividad disminuirá, lo cual representa una presión añadida.
A esto se le suma que estar
prácticamente a mitad de la vida nos hace mirar hacia atrás para sacar cuentas
de lo que hemos logrado y lo que nos falta por hacer. Durante esta etapa muchos
suelen hacer un balance de su vida y si los resultados que obtienen no les
satisfacen, se deprimen.
La buena noticia es que más
adelante, a medida que nos acercamos a la jubilación, el nivel de satisfacción
con la vida aumenta, lo cual parece deberse a que cambiamos nuestra perspectiva
y reorientamos nuestros objetivos y expectativas. De esta forma, logramos vivir
de manera más relajada, menos estresados por el futuro.
No obstante, se debe aclarar
que este patrón no se apreció en todas las culturas. De hecho, en los países de
Europa del Este y de Latinoamérica la satisfacción con la vida va disminuyendo
conforme pasan los años. Por otra parte, en los países africanos la
satisfacción con la vida parece mantenerse bastante estable a lo largo del
tiempo, sin experimentar grandes cambios.
Sin embargo, lo interesante
de este estudio fue que los investigadores fueron un paso más allá y se
preguntaron de qué dependía la satisfacción con la vida. Así descubrieron que
la clave para vivir más años y sentirse más satisfechos era simplemente
encontrar un sentido de la vida, tener un motivo lo suficientemente poderoso y
movilizador como para seguir viviendo.
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