Dan Winter, físico,
psicofisiólogo, músico, investigador poligráfico, analista de sistemas IBM. 56
años. Nació en Nueva York y vive en el campo, en el sur de Francia. Tiene
pareja. Él asegura que el éxtasis, la felicidad, las experiencias pico… son absolutamente
necesarios para la salud y son pura física. Sus conocimientos como ingeniero
eléctrico conforman su idea religiosa.
Dan Winter ha investigado y
ha profundizado en diferentes campos de la ciencia (geometría, física,
lenguaje, consciencia, geo-biología, biología y matemáticas) en busca de leyes
físicas que se funden con las espiritualidad. Es conocido mundialmente por ser
el primero en relacionar el fractal con el origen de la gravedad y por sus
teorías científicas que muestran cómo la ciencia da origen a la consciencia:
“Las enseñanzas espirituales son enseñanzas eléctricas y la iluminación es pura
física a nuestro alcance”. Sobre él, Darren Aronofsky realizó la película Pi,
fe en el caos.
Entrevista a Dan
Winter: “ Las emociones afectan a nuestra genética ”.
Sabe esa aureola que les
ponen a los santos…? Es pura ciencia.
¿Se puede ver y
medir?
Uno de mis colegas, el
profesor Konstantin Korotkov, catedrático de la Universidad de San Petersburgo,
ha creado un aparato, el GDV (visualización por descarga de gas), que conectado
a la punta de los dedos ya un ordenador muestra el aura de todo el cuerpo; es
decir, el campo energético.
¿…?
Están utilizándolo ya más de
10.000 médicos, incluida la asociación médica estadounidense. Con el GDV
obtenemos información sobre el estado físico y psicológico del paciente. Nos
permite abordar un nuevo nivel del ser humano, el energético.
Póngame un ejemplo
concreto de lo que puede medir el GDV.
La empatía entre las
personas: vemos cómo el aura de las parejas bien avenidas se mue- ve entre los
dos cuerpos; y también cómo la gente que toma drogas, legales o ilegales, tiene
agujeros en su aura.
¿Y usted investiga
con eso?
Sí. Entre otras cosas, con
lo que ocurre con el aura tras la muerte.
Creo que tendremos
que ir despacio.
Cuando morimos, el campo
eléctrico, o lo que llamamos vida, sale del cuerpo. Las constantes de Kluver
(un científico que se dedicó a investigar las experiencias cercanas a la
muerte) es lo que la gente suele ver cuando muere. Se trata de un patrón de
simetrías.
¿Todos ven lo mismo?
Sí, primero ven una rejilla,
luego una especie de telaraña, un túnel y finalmente una espiral. Lo que hemos
descubierto es que esos cuatro pasos se corresponden con la geometría de
pliegues de nuestro ADN.
¿Y?
Nosotros somos un colectivo
de 3 billones de células, y probablemente cuando morimos nuestro campo electromagnético
se va hacia el centro de cada una de esas células, nuestro ADN, para luego
salir de nuestro cuerpo. Adónde llegue después depende del grado de fractalidad
del entorno en que morimos y de nuestra preparación; puede llegar a cualquier
punto del universo.
Defíname
fractalidad.
Una rosa, un helecho, una
piña, las muñecas rusas…, es decir: el interior tiene exactamente la misma
forma que el exterior, y eso es lo que produce la fuerza centrante, la
implosión, lo que provoca que todo se mantenga alrededor de un centro, incluido
nuestro campo electromagnético. En realidad, la fractalidad es lo que genera la
gravedad.
¿Todo se pliega
sobre sí mismo?
Si, sólo existe una forma
que se comprime infinitamente. Imagine un pequeño chip en el que cabe toda la
información del cosmos; eso es lo que llamamos vacío, que en realidad alberga
toda la energía del universo.
Nuestro campo
magnético va variando… ¿en función de qué?
Lo que comemos, dónde nos
encontramos y cómo nos movemos. Un edificio metálico y cuadrado es lo opuesto a
fractalidad. Pero durante una experiencia cumbre, las ondas cerebrales generan
la proporción aurea.
…Que obedece toda la
naturaleza
Sí, desde una caracola hasta
las galaxias, desde nuestro propio cuerpo hasta los átomos; todo tiene la misma
proporción: es el punto de unión de nuestro universo, el camino de la unidad,
el número phi.
¿Phi o Pi?
Pi es la constante que
permite pasar de la línea al círculo, y phi nos permite pasar del círculo a la
espiral, reentrando en ella mis- ma. Es lo que llamamos autoconsciencia.
El personaje Max
Cohen, de la película “Pi, fe en el caos”, ¿se inspira en usted?
Sí, pero debería haberse
llamado phi y no pi, el productor le cambió el título en el último momento. La
película describe cómo todo está compuesto de espirales y expone paralelismos
directos de mi vida.
¿Y ahora qué le
ocupa?
La bioretroalimentación, que
nos ha permitido discriminar las emociones en términos eléctricos, de ahí mi
expresión emoción coherente. Eso ha inspirado notables investigaciones.
¿Con algún resultado
revelador?
Se midió, de un modo
totalmente replicable, que el efecto de la ordenación coherente de los
armónicos del corazón en los momentos de compasión o amor causaba una repercusión
en el trenzado del ADN.
¿Qué significa eso?
Que las emociones afectan
directamente a nuestra genética. Y tiene diversas aplicaciones: en estos
momentos, con mi equipo de Inglaterra estamos buscando campos eléctricos
bioactivos.
¿Qué es eso?
Sabemos que una pirámide o
un dolmen pueden afectar a la germinación de semillas, e investigamos cómo
crear un campo eléctrico que prevenga el envejecimiento…, lo opuesto a vivir en
edificios y ciudades como los nuestros. Todos los edificios sagrados están
construidos siguiendo la proporción áurea, de manera que generan un campo
eléctrico que facilita el crecimiento, y eso hoy podemos medirlo.
¿Tenemos que cambiar
de vida?
Las enseñanzas espirituales
son, en el fondo, enseñanzas eléctricas. Sólo tenemos que crear entornos más
fractales, comer comida fractal y hacer ejercicios que nos armonicen con el
exterior, así nos llenaremos de vida y consciencia.
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