Durante nuestro tránsito por
la vida, vamos experimentando un sinfín de vivencias, nos vemos expuestos a
todo tipo de situaciones, pasamos por cosas que nos facilitan nuestra felicidad
y por cosas que nos generan mucho sufrimiento, siendo éstas las que por lo
general nos cuesta tanto entender y darles sentido.
Muchas veces pensamos que la
vida es injusta, que no nos merecíamos vivir tal cosa, que teniendo tantas
opciones cómo haya resultado posible que una situación desencadenara en el
resultado menos apreciado por nosotros, que existiendo tanta gente que podemos
considerar que necesita mayores lecciones, nos veamos tan afectados por la
vida, con cosas que pueden estar aparentemente fuera de nuestro control.
Pero resulta, que la vida,
la maravillosa y peculiar vida, por lo general no nos deja con muchas dudas,
sino que se encarga de aclararnos a medida que pasa el tiempo, por qué algo que
no nos encajaba en su momento, resultó siendo una pieza tan crucial de nuestro
rompecabezas.
Qué aprendizaje o cambio de
visión nos dejó esa experiencia tan amarga, cómo el amor de nuestras vidas,
vino justo después de esa experiencia fallida que sentimos que nos robaba las
ganas y la confianza en el amor, cómo después de haber despedidos de algún
trabajo, emprendimos en la búsqueda de nuestra realización, cómo haber sufrido
de ansiedad nos permitió conocer un lado de la vida totalmente diferente y
resultar en un ser humano fortalecido y sin miedo a nada.
En fin, solemos cuestionar
muchas cosas que ocurren en nuestras vidas, sin aceptar, solo resistiéndonos a
que ocurran y con esa resistencia y negación, lo que hacemos es empeorar las
cosas, alargamos la experiencia y no vemos lo que en realidad quiere
mostrarnos. Solo cuando soltamos las armas y aceptamos con humildad que desde
donde estamos solo nos queda aceptar y dejar fluir, es cuando veremos que la
vida no quería atacarnos o hacernos mal, que es nuestra aliada y solo quiere
para nosotros lo mejor, nuestro mayor crecimiento, que evolucionemos, que
saquemos de nosotros lo mejor.
La vida está allí jugando a
nuestro favor, somos nosotros los que la sentimos un tanto parcializada con
otro equipo, o bien saboteando nuestro juego, pero la realidad es que los
únicos que interferimos en nuestra vida, en nuestra evolución, somos nosotros
mismos, somos nosotros los que nos ponemos límites, los que nos derrumbamos,
los que acabamos con nuestra paz a través de pensamientos angustiantes, pero de
la misma manera que nos perturbamos, podemos tomar el hábito de hacer lo
contrario.
Podemos decidirnos confiar
en la vida, en sus procesos, en sus dinámicas, poniendo siempre lo mejor de
nosotros mismos y esperando siempre lo mejor.
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