Aprendí a ser fuerte cuando entendí que tenía que levantarme solo

Aunque suene duro, solo nos tenemos a nosotros mismos, y por ello debemos aprender a vencer las adversidades, priorizarnos y cuidarnos por encima de todo.

Para ser feliz primero tienes que aprender a ser fuerte, y para ello, es necesario entender que nosotros somos los únicos responsables de conseguirlo.
Nadie te va a traer aire para que respires, nadie te va a dar las fuerzas para levantarte por la mañana si primero no te convences a ti mismo.

La fortaleza es una combinación de energía, motivación, autoestima e ilusión.

Son cuatro pilares que pueden verse vulnerados por factores externos como una relación tóxica, periodos muy largos de estrés o ansiedad, o decepciones cotidianas que no afrontamos de modo adecuado.

Te invitamos a reflexionar sobre ello para aplicar sencillas estrategias con las cuales gestionar un poco mejor las complicaciones de la vida.

Cuando la vida te pide ser fuerte

Una frase muy común del célebre físico y científico Stephen Hawking es que “quejarse es inútil y una pérdida de tiempo”. Tenemos derecho a hacerlo, no cabe duda, pero cuando uno se encuentra en una situación compleja y dura, no hay más remedio: solo nosotros podremos salir del abismo.

Reconocerlo es duro, pero necesario. El apoyo de los nuestros, de la familia, amigos e instituciones sociales es imprescindible, pero el paso hacia la mejora y el convencimiento de que hemos de sacar fuerzas de la flaqueza es un acto que debe partir desde las profundidades de nuestro corazón.

Nade elige ser débil. Son las circunstancias las que “nos golpean” para ponernos a prueba. Ante instantes de adversidad es necesario cambiar el pensamiento y gestionar nuestro mundo emocional.

Te enseñamos cómo conseguirlo, te animamos a aplicar estas sencillas estrategias, a partir de las cuales podrás reflexionar para aprender a ser fuerte cuando la vida “nos pone a prueba”.


Confía en el cambio: ser fuerte solo depende de ti

Quienes te quieren pueden darte la mano para ayudarte a ponerte en pie, pero si tus piernas no te sostienen y tu mente te dice que prefieres seguir en la cama, de nada nos valdrá la ayuda ajena.

Ser fuerte depende de ti y para conseguirlo hay que empezar a aplicar sencillos cambios cotidianos:

Aplica un diálogo interno positivo en el día a día. Al igual que te esfuerzas en alimentarte mejor, o en hacer algo de ejercicio, a partir de ahora elimina de tu mente el “no es posible”, “hoy no puedo”, “me veo incapaz”, “esto no es para mí”.

Cambia tu pensamiento y cambiarás tus emociones. Día a día te sentirás más seguro emocionalmente.

Acepta y entiende que la vida también es renunciar y dejar ir

Otra idea que suele venderse mucho en los últimos tiempos en los libros de autoayuda es la necesidad de dejar de aferrarnos a las cosas y a las personas. Ahora bien, sabemos que esto no es sencillo ni realista.

Nos aferramos a las personas que amamos porque es así como concebimos la felicidad. Dar y recibir es el sentido máximo de la alegría y, por lo tanto, es casi imposible no aferrarnos a nuestra familia, hijos y pareja.

Ahora bien, se trataría más bien de entender que en la vida nada es seguro, que lo que hoy tenemos mañana podemos perderlo. Aprender a renunciar, a dejar ir es algo para lo cual deberíamos estar preparados.

La aceptación del dolor, de la separación y la pérdida es la clave para ir reajustando nuestra vida. “Yo acepto que ya no me quieras, me duele, pero entiendo que debo seguir avanzando por mi mismo, siendo fuerte y queriéndome”.

Cuídate y gratifícate

El mejor cuidado no es el que te ofrecen los demás, sino el que te permites a ti mismo. ¿Qué quiere decir esto? Piensa unos segundos en estas dimensiones:

Si nos decimos a nosotros mismos que la vida ya no nos va a ofrecer nada bueno, que nuestro tren ya ha pasado y que el amor, el respeto, o la felicidad ya no van a aparecer en nuestra realidad, nos estamos autosaboteando.

Aún más, como siempre suele decirse: “no hay peor enemigo que los propios pensamientos”.

Cambia de actitud y cambiarás tu vida. Así de fácil. Dejar de priorizar tanto a los demás, sé consciente de que si tú no te cuidas nadie más lo va a hacer.

Si no nos mostramos autorrespeto ampliaremos mucho los límites para que los demás los crucen y se aprovechen.

Ahora, piensa también en esta pregunta:  ¿Cuánto te gratificaste por última vez? Para ser fuerte es necesario entender que merecemos ser felices, disfrutar y regalarnos emociones positivas:

Sal a andar, permítete disfrutar del “aquí y ahora” desarrolla una consciencia plena con la cual ver la esencia de lo que nos rodea, de la luz, el rumor de la gente que ríe, tu rostro amable en el reflejo de un cristal.

Hazte un regalo sencillo: un almuerzo, una tarde en la playa, un vestido nuevo, un corte de pelo distinto, una salida con amigos…

Los instantes de felicidad nos recuerdan la necesidad de preservar aquello que amamos, aquello por lo que luchar y ser fuertes.

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