Nunca es tarde para emprender un nuevo rumbo, vivir una nueva historia o ir tras un sueño

En la vida vamos quemando etapas, pasamos por todo y asumimos muchos roles, tomamos buenas y malas decisiones, elegimos caminos que recorremos o tomamos atajos, el caso es que vamos viviendo y asumiendo nuestra propia vida, con triunfos y fracasos, pero nuestra al fin.
En este escenario que protagonizamos, solemos tener sueños, ilusiones, metas, proyectos, planes o cualquier idea sobre lo que nos gustaría hacer, ser o donde llegar, muchas veces las alcanzamos, otras veces esta meta se va transformando y las prioridades cambian, nuestra vida va sufriendo cambios y nuestro cuerpo también, nuestros pensamientos se hacen más maduros, centrados o sensatos quizás, el caso es, que aunque vayamos quemando muchas etapas, nunca tendremos un límite para que renazca un nuevo sueño en nosotros.

Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena. Ingmar Bergman.


En su mayoría, las personas temen a la vejez, a los años, a perder la juventud, la potencia y ese dinamismo que caracteriza la etapa de la fuerza, donde somos llamados a implantar muchas metas, sin embargo, no nos damos cuenta que la etapa de la sensatez conlleva consigo, la sabiduría necesaria para emprender y experimentar nuevos sueños, que no hay ataduras, que nos hemos librado de la responsabilidad directa que asumimos en esa etapa de nuestra vida donde solemos asumir muchos compromisos, profesionales, laborales, familiares y de muchas índoles.

Siempre llegaremos a un momento en donde nuestras responsabilidades no nos agobiarán, los hijos crecerán, los nietos ya no serán tan constantes, el trabajo para vivir ya no resultará prioridad, la familia no nos perturba como pudo hacerlo alguna vez y aquellos problemas y pesares que nos angustiaron enormemente, pierden sentido, entonces podremos tomarnos el espacio de crear nuevos sueños, nuevas metas, otros intereses, otros deseos a cumplir…

Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta siguientes, el comentario. Arthur Schopenhauer.

Aunque puedas considerarte muy mayor para ciertos riesgos en tu vida, todo es cuestión de sensatez, evidentemente habrán cosas en la vida que no estarás dispuesto a sumir, por mucho que lo hayas deseado en algún momento, cosas que hiciste que de seguro ya no pensarás repetir, las energías comienzan a girar en torno a nuevos horizontes, la apreciación de la vida se torna distinta, pero esto no significa deterioro, por el contrario, significa verdadera valoración.
Cuando somos mayores, comenzamos a apreciar aquello que pasaba desapercibido, el valor de una caricia, una palabra sincera, la quietud del silencio y los descansos reparadores, conocer el mundo, experimentar nuevos placeres, dedicarnos tiempo, puede ser una nueva meta en nuestra vida, retomar esa paz y esa indagación propia y ser capaces de orientar y de alentar a los que siguen nuestros pasos.

No ha de ser dichoso el joven, sino el viejo que ha vivido una hermosa vida. Epicuro de Samos.

No se tiene límites por ser mayor, los límites los pone la mente y la falsa creencia de ser incapaces, valorar lo que dejas atrás en tu recorrido, puede darte la certeza de que las ilusiones, los sueños y las nuevas metas, no se atan a edades, a etapas ni a prejuicios, solo basta llegar al punto de conocerte a ti mismo, que seas realmente capaz de saber lo que deseas y mejor aún, de manifestarlo en tu vida.

Toma el riesgo de liberarte de ataduras de años, vive, sueña y deja que la sabiduría te complazca…

fuente: el post completo y original lo puedes consultar en rincondeltibet

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